El restaurante es antiguo con una decoración bastante austera y está muy bien aprovechado, un poco justo para carritos de bebé y personas con movilidad reducida. Hay dos turnos de comida y es imprescindible reservar y aun así tardaron bastante en atendernos.
El menú es bastante simple, pero ya sabes a lo que vas, sopa castellana, cordero y ensalada, todo muy bueno, los postres caseros que pedimos: tarta de la abuela y ponche segoviano también estaban ricos. Fuimos 5 personas y nos costó 198,50 euros. Mereció la pena la espera y Pedraza me ha parecido un pueblo precioso.
Un lugar muy peculiar. Da la sensación de visitar la casa de un familiar en el pueblo. Manteles y platos que remiten a lo rústico. Con una chimenea para el frío y el horno al fondo. La especialidad es el cordero. La variedad del menú no es mucha, pero se viene a lo que se viene. El pan es delicioso y se prepara en un obrador en el pueblo. Se puede acompañar de una sopa castellana y lo mejor es llegar y separar una mesa antes de las 10h. O llamar y dejar reservado.
Solo por darnos una mesa para comer cuando realmente no pudimos reservar a tiempo y llegamos a sabiendas que no teníamos opción a comer, ya sólo por eso mis 5 estrellas son para éste restaurant porque nos sentimos muy a gusto, gente cercana, amable y atenta. Su especialidad es la mejor de Pedraza, un lugar pequeño pero suficiente para comer un buen cordero, jugoso y rico; con una ensalada y una sopa castellana deliciosa.
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