Fuimos mi pareja y yo ya que vimos que tenia muy buena puntuación y nos encantó! El trato fue increíble y la comida aún más!! Nos encantó todo lo que probamos, sobre todo el tartar y las alcachofitas. Además, pedimos que nos aconsejaran que vino tomar y pedimos el de la foto y fue todo un acierto!
Volveremos seguro!!!
Que pena que el local esté alejado de la plaza del barrio porqué todo fue increíble! El trato cordial y cercano, la carta de vinos muy amplía. El local es pequeñito pero muy acogedor, y toda la comida buenísima por un precio muy correcto. Recomiendo probar los baos, y el canelón de bogavante, un espectáculo! Volveremos sin duda!
Excelente local para winelovers de los de verdad, de los que van con mente abierta para probar sugerencias, de los que no quieren aparentar que han bebido un vinazo sino genuinamente disfrutar de un buen caldo. Si además te gusta comer, no te defraudarán las delicatessen que ofrecen en su carta.
Local sobrio, con look industrial y un toque rústico bien combinados. Pequeño. Pocas mesas y atención personalizada. La cocina abierta no es sólo una declaración de intenciones, es un hecho.
Ideal para: grupos, cenas con amigos, parejas.
Nos explicaba Juan Carlos que el local nació como vinoteca y que tienen casi 130 reseñas de vinos de todas partes, para todos los paladares y bolsillos. Incluso si tienes curiosidad puedes probar alguno que tengan fuera de carta.
Con el tiempo decidieron incorporar a su oferta una carta de platillos elaborados y sabrosos, pensados para resaltar o ser ensalzados por esos vinos.
La relación calidad precio es estupenda!
Muy muy recomendable, repetiremos seguro!
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