Restaurante Entre-rúas

Tenía muchas ganas de probar este restaurante porque muchas veces había pasado pero siempre estaba lleno. Un restaurante con mucho encanto por su localización, entre unas callecitas estrechas de la ciudad de ahí su nombre supongo. El trato fue excelente en todo momento y el dueño un encanto. Todo estaba muy bueno y estuvimos muy a gusto en su terraza. Super recomendable!!

¡Qué maravilla de lugar! Fuimos recomendados, y a pesar de que nos costó un poco encontrarlo, valió la pena y hemos repetido estos días. Platos sabrosos, hechos con cariño. Raciones buenas, a un precio ajustado. Tienen pocas mesas, pero tienen una gran agilidad de servicio y no hay que esperar mucho para tener sitio. Hemos probado el caldo gallego (todas las veces que fuimos porque estaba muy rico), raxo (muy sabroso), el pulpo está bien y el plato de secreto muy rico. Ah! El postre un poco de queso y membrillo siempre son riquísimos. Agradezco mucho la amabilidad y cercanía del servicio. Era como estar en casa, sin duda queda marcado para recomendarlo y volver siempre que sea posible.

Un restaurante pequeñito un poco difícil de encontrar, ya que tienes que perderte un poco entre callejuelas pero merece la pena el laberinto. Sitio ideal para tomar algo fresco y unas tapas riquísimas. Si tienes suerte y hace bien tiempo, tiene mesas en la terracita y se está de lujo. Mi recomendación estrella: La empanada, una delicia! Cómo el sitio es pequeño lo mejor es un poco antes de la hora a la que comerías porque se llena muy rápido, pero es cierto que, aunque nos tocó esperar, no fueron más de 30min hasta que pudimos sentarnos. Sitio para repetir!

Comida típica gallega a pie de calle. Muy peculiar, se encuentra en la unión de dos calles muy estrechas en forma de L. Estás fuera del bullicio pero siempre está lleno, el motivo es lo agradable en conjunto y lo buena que está la comida Pedimos zamburiñas, pulpo, zorza con patatas, oreja, chorizos al vino. Todo buenísimo. Recomendable

Lugar con encanto, llegas a través de un pasillo que apenas caben 2 personas cruzándose de lo estrechito que es dicho pasillo, comida 100% casera, menú a buen precio para estar en pleno casco viejo de Santiago, y raciones más que abundantes. Sin duda repetiré en próximas ocasiones que visite esta ciudad.