Todo un clásico en la ciudad de Málaga. Ideal para una parada cuando vas de ruta enseñando la ciudad. Para por un "pintado" (50% vino dulce 50% fino) y degustar unas conchas finas. Un sitio de antaño muy acogedor. Con algunas costumbre que no se han llegado a perder y que os sorprenderán al ver como os hacen la cuenta. Recomendable 100 %.
Es uno de los sitios con más solera y sabor de Málaga, casi el único exponente que queda vivo de como eran los antiguos bares en la ciudad. Encontrarás una simple barra, pero no por ello carente de encanto y detrás de ella, los innumerables toneles de vino dulce de la provincia. Una vez que pidas tu consumición podrás ver cómo el camarero apunta tu cuenta con tiza sobre la barra de madera del establecimiento y una vez que la pagues borrará la anotación.. Especial importancia tiene la decoración, donde podrás observar colgado sobre la pared una máquina de color verde, según me contó hace tiempo un empleado se usaba para fabricar soda. En las paredes podrás ver fotos de personajes famosos, los carteles antiguos de la feria de Málaga etc. Recomiendo que os dejéis aconsejar por los camareros sobre que vino dulce beber, hay que tener una sola precaución y es que estos vinos son de graduación alcohólica elevada. Frente a la barra hay un mostrador de cristal ofreciendo distintos tipos de marisco y encurtidos, en mi caso pedi una docena de mejillones enormes por seis euros, estaban muy buenos. También hay venta de garrafas y botellas de distintas variedades de vino dulce, ideal para hacer un regalo y quedar bien. Sin lugar a dudas es uno de los sitios donde siempre traigo a mis amistades.
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