Abarike

Un lugar que merece la pena probar por la originalidad de su carta y la excelente calidad de la comida, que ciertamente se sale de lo habitual en la restauración gijonesa. Las raciones no son muy abundantes. No es el típico restaurante asturiano del que sales directamente a dormir la siesta por la "fartura".... El precio es un poco caro. Algunas cosas excesivamente caras (el pan a 4 € por persona, dos rebanadas de hogaza, aunque te ponen un trocito de mantequilla). Pero quien busque experiencias gastronómicas nuevas y no le importe pagar casi 50 € por persona, debería probarlo.

Espectacular todo. La Gilda , sea la variedad que sea, no la podéis perder. La tartaleta de bogavante muy buena, pero mejor para compartir porque llena mucho. Como éramos 4, pedimos distintos pescados, todos muy buenos, el pixin (rape en castellano) con boletus, la merluza del pinchu con mejillones y la lubina en tartar con yema de huevo, exquisita.

Un cinco estrellas como una catedral. Héctor es un profesional, pero en todos los sentidos, aparte de conocimiento y experiencia, tiene gusto y tacto. Es el maridaje humano que querría tener en cualquier menú de degustación. La comida tiene un gran nivel, una apuesta por el sabor, la potencia y el equilibrio. Aconsejo dejarse guiar por él en la selección de vinos que acompañen cada plato en caso de que os decanteis por el menú degustación. Una delicia para amantes de la gastronomía marina y una manera de disfrutar del mar para aquellos que crean que son más de carne que de pescado. Por cierto, el gusto musical del local es excelente. El grog es el que Guybrush Threepwood pediría si viniera a Gijón. 😉