Restaurante La Villa

Como siempre el restaurante la Villa es una garantía de buen hacer. Los platos cuidados y abundantes. Pedimos entrantes para compartir: croquetas, ensalada de tomates con ventresca y unos excelentes calamares a la romana; todo buenísimo. Los solomillos perfectos según las indicaciones de los comensales y los postres una tentación imposible de resistir.

Desde que llegamos hasta que nos pusieron la comida tardaron algo más de 40 minutos. El camarero que nos tomó nota para las bebidas no sabía qué platos había para comer y nos dijo que vendría la otra camarera a decírnoslo. No tenían carta, sólo un papel donde ponía el precio del menú y que había para elegir 5 platos primeros y segundos, sin especificar cuáles. La camarera al principio se mostró un poco seca y molesta por repetirnos el listado de los platos. Al acabar se mostró más amable y se disculpó varias veces por el kaos que tenían ese día. Los platos eran abundantes y ricos. El precio del menú algo elevado para ser un día entre diario. Como pega pondría que el camarero no limpió la mesa que estaba sucia y colocó los manteles individuales encima de toda la porquería. Uno de los manteles estaba sucio y la copa de la cerveza también, pero nos la cambió sin problemas.