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Reseñas Recientes
Un pequeño bar de piscina de pueblo con una gran cocinera detrás y una carta de comidas inusual e inesperada de encontrar en lugares como este. Los platos que se sirven son más propios de un restaurante que de un establecimiento de estas características y reflejan la experiencia, el buen hacer y la creatividad de su cocinera además de su pasión y culto por la comida tradicional y autóctona. Muy buen lugar para desayunar y para comer, en un ambiente sano y tranquilo pero a veces vivo y agitado típico de un pueblo (personalmente es esta dualidad lo que más me encanta). Una maravilla inesperada en el camino totalmente recomendable.
No lo conocía y he ido por un amigo que vive allí. Alba nos ha tratado de lujo. La comida de 10, todo muy diferente a otros lugares típicos. La terraza muy agradable. Hemos comido los tres por 40 pavos. Repito seguro. Parada obligatoria con la bici o la moto.
Buen desayuno, variedad de bocatas novedosos y todos muy apetecibles, lugar de parada obligatoria.