La Muralla

Mi experiencia en el restaurante La Muralla, situado en la hermosa isla de Tabarca, fue un auténtico deleite para los sentidos. Desde el momento en que llegamos, quedamos cautivados por la hospitalidad del propietario, Pedro, quien nos recibió con una sonrisa y nos hizo sentir como en casa (además veníamos recomendadas) Pedro es un anfitrión excepcional, y su amabilidad y atención al detalle realmente hicieron que nuestra visita fuera especial. Nos ofreció recomendaciones expertas sobre el menú y nos explicó con pasión la historia de Tabarca y su conexión con la cocina local. Su entusiasmo por compartir la cultura de la isla y su amor por la gastronomía mediterránea eran contagiosos. La comida en La Muralla fue simplemente espectacular. Comenzamos con unas sardinas frescas y unas croquetas caseras. Cada bocado estaba lleno de sabores auténticos y texturas deliciosas. Pero lo que realmente destacó en nuestra comida fue el famoso caldero de pescado, una verdadera obra maestra de la cocina mediterránea. El caldo era rico y sabroso, y los ingredientes frescos se mezclaban en una combinación perfecta de sabores. Una mención especial merece el alioli casero que acompañaba nuestros platos. Era simplemente delicioso y agregó un toque adicional a cada plato que probamos. Las vistas al Mediterráneo desde el restaurante La Muralla eran impresionantes y crearon un ambiente idílico para disfrutar de nuestra comida. Por poner una pega, las mesas están demasiado juntas pero es que el metro cuadradod en la ilsa entiendo que se paga bien... La brisa marina y el sonido de las olas proporcionaron un telón de fondo relajante y perfecto para una experiencia inolvidable. En resumen, el restaurante La Muralla en la isla de Tabarca es un lugar verdaderamente encantador, donde la hospitalidad de Pedro, la excelente comida mediterránea y las vistas al mar se unen para crear una experiencia excepcional. Si buscas una escapada culinaria inolvidable en un entorno pintoresco, este restaurante es una elección perfecta. Sin duda, espero regresar para disfrutar de más delicias culinarias y momentos memorables en el futuro.

Comida y servicio excelentes, todo buenísimo, muy fresco y bien cocinado. Mi única queja es que admiten mascotas. No entiendo por qué se permite esta situación en un sitio público destinado a comer. La verdad es que me parece asqueroso y fuera de lugar. Una buena experiencia puede convertirse para mi, por este motivo, en algo bastante desagradable, que haga que no quiera volver, y que pase un mal rato, por higiene, por salud y por el bienestar de las personas que comemos allí. Personalmente, no me apetece estar comiendo con un perro al lado( en ese momento había tres perros en el local) y estuvimos a punto de irnos. Muchas gracias a la camarera que enseguida nos cambió de sitio, fue un gran detalle, muy amable.

Un lugar muy agradable, con un servicio impecable. A pesar de tener varias mesas y ser solo 2 chicas, estaban siempre atentas a todos los clientes, de manera muy amable. El lugar tiene una terraza en el nivel superior, con vistas espectaculares de la isla. Recomendable para ver el atardecer desde ahí (aunque es mejor desde la Puerta de la Trancada). En cuanto a la comida: creo que pueden mejorar bastante. Al igual que los demás restaurantes, las opciones están muy limitadas solo a mariscos. De los entrantes, sólo una tabla de quesos no tenía mariscos, después todo lo demás si (así que si eres alérgico, como yo, estás limitado en este lugar). Hay carnes, pero la guarnición es solo una (patatas fritas); así que si quieres comer saludable, debes pedirte un plato aparte de ensalada (que cuesta entre €12 y €15). La hamburguesa pasable… el pan brioche muy bueno pero queso de plástico y la carne normal. Como es una isla, los precios son elevados pero igual que en todos los lugares. Tienen una carta con variedad de vinos (aunque no estaba el que queríamos) y ofrecen tragos variados con ron, vodka y demás. Algo muy bueno de este restaurante es que creo que es el único de la isla en cerrar después de las 23h. Recomiendo hacer reserva (para la cena). En general, si lo recomiendo… sobre todo si te gustan los mariscos y disfrutas de las vistas y el buen servicio.

Hemos ido a visitar la isla y buscamos donde comer fijándonos en las reseñas de internet y acertamos. Pedimos el caldero tabarquino que estaba espectacular, el pescado jugoso, sabroso, tierno, venía acompañado de patatas, caldo con alioli y arroz, PLATAZO!!!!!. Pedimos unas croquetas de pulpo que nos encantaron, el arroz con pollo de los niños buenísimos. Y el punto final para rematar una buena comida, los postres: tarta de queso de 10 y tarta de canela INSUPERABLE!!!!

Pedimos fritura variada y arroz a banda. El arroz estaba espectacular, pero el pescado frito no lo recomiendo, estoy acostumbrada a pedir esto último en Andalucía y nada que ver, insípido. Fue todo un poco caro, pero lo que más me impactó de la carta fue el hecho de que cobren 0,15€ por pedir un hielo para el refresco. Me sorprende bastante. Igualmente, el trato es de diez, la camarera de las gafas súper amable, por lo que, de forma general, gracias al rico arroz y el buen servicio ofrecido, merece la pena ir.