Sidreria Marcelino

Fue nuestra primera noche en esta ciudad y afortunadamente hemos entrado a la Sidrería Marcelino. La experiencia y la comida fue maravillosa, pero lo que ayudó a superar nuestra experiencia fue el servicio y la atención de Antonio (Toño). Fue amable, profesional, complaciente y muy atento. Él hizo la diferencia y volveremos a visitar.

Sitio tranquilo, donde te atienden con una amabilidad estupenda, todos los empleados majisimos y en concreto el q nos atendió, educado, amable y muy profesional. En cuando a comida exquisita, en concreto calamares a la romana, y paella de bogabante, sin dejar atrás los postres. Como dato a añadir el café me sorprendió pues estaba acostumbrada a los de siempre aguados con poco sabor y hacía años no tomaba uno con sabor tan intenso. No es la primera vez q voy y sin duda repetiré.

Hemos pedido agua, cebollas rellenas de atún, arroz de jabalí y dos postres. La comida estaba ESPECTACULAR. El precio nos ha parecido adecuado a la calidad de los platos y hemos pagado muy a gusto de lo bueno que estaba todo. Nos han cobrado el pan que no hemos pedido, pero también lo hemos comido a gusto con la salsa que venía con las cebollas. En resumen, MUY recomendable. Perdón por las fotos de platos a medio comer, era todo irresistible!

Estábamos buscando un sitio donde poder disfrutar en pleno verano de una buena fabada asturiana, y lo vimos de casualidad, llamamos por teléfono y automáticamente nos dieron mesa para comer. Decir que la sidrería se encuentra muy cerca de la zona del centro, y llena de gente asturiana lo que da ya indicio de que es uno de los sitios favoritos de los autóctonos de la zona. Merece mucho la pena comer allí, los camareros te escancian la sidra, y te suelen atender bastante rápido para lo concurrido que estaba. Pedimos fabada, cachopo y escalopines al cabrales. Todo muy bueno y a un buen precio. Muy recomendable.