Nada Escrito

Un lugar muy acogedor y sencillo con una comida increíble que invitan a volver para seguir disfrutando de la sorpresa y aventura que té puedes encontrar en cada plato. Todo, absolutamente todo lo q probamos estaba delicioso. Lo único que puedo decir negativo es que los camarer@s (2) estaban desbordados, pero aún así lo hicieron muy bien ( debería poner algo más de personal) igualmente volveremos a ir porque nos encantó la experiencia. En hora buena , todo de 10. gracias

En mis más de 56 años gastronómicos, todavía llegan lugares como este que me sorprenden, una propuesta maravillosa, la que tienen en su carta, estaba todo muy bueno y equilibrado en cada plato, una cocina superdivertida y con producto de calidad. Un viaje por el mundo de sabores y texturas, además intentan mantener esos sabores en cada cosa que ofrecen y lo logran, porque en este tipo de cocina no siempre saben guardar ese equilibrio de Innovación y de Tradicional en ese sabor de tiempo en los fogones. Yo mejoraría dos cosas tan solo, una de ellas es que para poder seguir creciendo dentro de este tipo de cocina y llegar a ese cliente un poquito más exigente, pero que sabe apreciar cada detalle de esa propuesta tan chula que tienen, sería que el Vino hay que dar a probarlo una vez lo abres, porque tienen una bodega muy chula que puede alcanzar este tipo de clientes, pero el detalle de dar a probar primero el vino cuando pides una botella de nivel, o incluso de no nivel es darlo a probar. Pero esto no es un fallo, es una simple mejora muy sencilla de adaptar. La otra no la digo, pero aportaría un poquito más al local. Por lo demás Totalmente perfecto en trato en sala y ambiente, para mí es Recomendable al 100%

Ha merecido la pena el tiempo esperado para visitar este restaurante. El local es pequeñito y acogedor y la comida (lo que probamos) es sublime, tanto que volveremos a probar más platos de la carta para ver si están al mismo nivel. Si a todo esto sumamos un servicio rápido y un camarero agradable y simpático, el resultado es volver, volver volver...

Conduciamos un trayecto largo y paramos aquí a cenar. No teníamos reserva hecha, pero llamamos un hora antes y no tuvimos problema. Mereció totalmente la pena. Al principio, la camarera pensó que sería poco, pero no teníamos demasiada hambre y fue perfecto para poder probar algún postre. Los rollitos de secreto ibérico están riquísimos, igual que el buñuelo de bacalao o los huevos. Volviendo al postre... No podéis iros sin probar la tarta de pistacho...

Pasábamos por la puerta y nos llamó la atención lo bonito y tranquilo que se veía dentro. Luego la carta era apetecible y bastante asequible. Una vez dentro sientes como una relajación con la armonía del lugar. Temperatura óptima para los 40⁰ del exterior, comensales relajados y de conversaciones a bajas estridencias. Limpieza y orden, perfectos. El equipo muy amable, tranquilo y profesional. Los platos buenísimos y sin esperas. Volveremos seguro las próximas vacaciones.