El sitio es espectacular y la comida muy buena, nos hicieron un menú degustación espectacular pero para mi gusto demasiado centrado en pescados crudos/marinados con cítricos o cebiches, y aunque estaba todo muy bueno eché de menos un cambio de tercio con una carne que me rompiese de tanto pescado y marisco.
EL RESTAURANTE. No es la primera vez, ni la última que iré. El restaurante, el equipo, la zona y, por supuesto, la comida es un 10. Obligatorio probar el canelón, es increíble. Por poner un pero, el precio de las gambas es excesivo, el plato de la imagen nos costó 72€.
Local muy bonito decorado con estilo parisino que sirve cocina tradicional con un toque creativo. Servicio un poco lento. Comimos variedad de platos, varios de ellos fuera de carta. Destacaría el trinxat de calamar, y el steak tartar, el arroz también estaba muy bueno. De postres si no te gusta el queso azul en exceso mejor no pidas su tarta. 60€ por cabeza con vino y alguna copa de sobremesa.
La verdad que nos decepcionaron un poco los segundos platos; estaban muy duros y parecían congelados pero los entrantes estaban muy ricos. Demasiado caro para lo que comimos.
El ambiente era tranquilo y con la luz tenue, se disfrutó mucho. El servicio muy atento y cordial.
Fuimos sin conocerlo ni con recomendación. El restaurante tiene una decoración clásica y buen espacio entre mesas que enseguida te relaja. El trato de los camareros es excelente, muy educado y eficiente. La gran protagonista es sin duda alguna la comida. Si buscas guisos complejos, con sabor profundo y sorpresas de contrastes tienes que ir a este restaurante. No es barato, pero es ideal para una comida relajada y las raciones son muy generosas.
Don Dimas es una de esas visitas que te deja doble buen gusto. El más importante es el del paladar, cada plato es una delicia.
Empezando por un gazpacho suave de espárragos y huevo y unas increíbles croquetas de choco, que son por si mismas una de las enseñas de la casa.
La ensaladilla de bonito esta rica, suave. Perfecta para compartir.
El canelón es generoso en cantidad, con medio es más que suficiente si se pretende probar más platos. Es sabroso, intenso. No deja indiferente, pero hay que estar seguro de querer disfrutar un plato de sabor fuerte.
Y el arroz de pollo y garbanzos y oreja es sencillamente otra genialidad del chef.
El precio es muy asequible para la calidad que ofrece, lo cual sorprende.
El local es pequeño, pero elegante y cómodo en cualquiera de sus mesas.
Sin duda que repetiré. Enhorabuena.
Edito para añadir que el segundo buen gusto que te deja este restaurante es el servicio, que es amable y profesional como en pocos lugares. Gracias y enhorabuena de nuevo.
¡Gran descubrimiento!
La comida y el servicio de 10. Todo estaba exquisito. El canelón, la albóndiga, las croquetas, el foie, los postres... ¡Todo rico!
Álvaro se pasó en varias ocasiones por la mesa y la verdad es que la cercanía y profesionalidad de todo el equipo es de valorar.
¡Volveré y lo recomendaré seguro!
Un auténtico gusto comer en este restaurante tan personal como delicioso.
El chef y creo que propietario, Álvaro Garcés, aporta su amplísima experiencia en grandes casas y su sentido de humor andaluz para hacerte sentir como en casa, con un ambiente distendido, pero muy profesional.
Precios muy razonables para una ubicación excelente, una terraza muy agradable y unos platos de diez. A destacar la tortilla “esparragá” con erizos de mar, la ensaladilla y, especialmente, el platazo que nos hizo disfrutar muchísimo: el steak tartar con tuétano al carbón y sardina ahumada. ¡Recordaremos este plato!
Qué pena que vivamos en Barcelona; si no, volveríamos a menudo, ¡seguro!
Ha sido una experiencia increíble. Desde el mismo momento en que accedes te das cuenta de que este es un sitio especial. Los sabores que te hacen recorrer nuestra tierra de norte a sur y el trato tan exquisito te harán volver. Os lo aseguro!!!!
¡Los platos súper TOP! El canelón es un must y en cuanto a la atención: espectacular.
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