Flamingo

Estuvimos cenando con los niños y nos encantó, un trato super atento, cada poco pasaban los camareros por si necesitabamos algo. La temperatura del local era muy agradable y tenían una música de fondo muy relajante. Pasamos un rato en familia y estamos dispuestos a repetir. Por último y no menos importante, la comida estaba de chuparse los dedos, el cachopo, super jugoso. Las bravas, bravas de verdad, de las que pican. Los nachos, muy bien condimentados, pero te los tienes que comer rápido para que el queso esté en su punto. Los tequeños, de infarto con la salsa de mostaza y miel. Que más decir, volveremos seguro

Celebramos el cumpleaños de la abuela un sábado, fuimos 27 personas, nos atendieron estupendamente, la comida estaba muy buena y todo se notaba que era reciente. El sitio es pequeño y agradable lo reservamos con antelación y les dimos una lista con la comida de cada comensal (de la carta) y nos aconsejaron muy bien ya que en los entrantes nos pasamos y nos dijeron las cantidades para que no nos sobrara (en contra de sus intereses) también llevamos a cuatro niños y con los entrantes tuvieron bastante y no pusieron ninguna pega en anular los principales de los niños. Todo fue maravilloso tanto en comida como en trato el camarero que nos atendió (Bruno) es un encanto de persona de amable y atento. Es un sitio no muy grande y eso se notó al servir a tanto comensal (aparte de nosotros las mesas de fuera) y tener una cocina pequeña los platos salían según los preparaban y no todos a la vez, pero eso conlleva que como todo lo hacen en el momento la comida estuviese perfecta, fresca, del día, recién echo. Seguro que repetiremos pues la experiencia ha sido estupenda tanto en comida como en atención que es lo más valorado en un restaurante sin pretensiones