Jumi Rosa

Jumi Rosa se ha convertido en mi refugio gastronómico en días de oficina, y déjenme decirles, es un tesoro escondido que merece un buen reconocimiento. Con un presupuesto ajustado y un apetito voraz, este lugar se ha ganado mi corazón y mi estómago. La comida casera que sirven es como un abrazo de mamá en forma de platillo. Desde las clásicas albóndigas hasta un buen pollo asado en su salsa, cada bocado es como un recordatorio de la comida casera que extrañamos durante las jornadas laborales. Los precios son tan amigables como el personal que siempre te recibe con una sonrisa, incluso cuando el estrés del trabajo amenaza con apoderarse de ti. Aunque la decoración no es extravagante, el ambiente acogedor te hace sentir como en casa. Y hablando de casero, la sopa del día siempre es un ganador para calentar el alma en esos días grises de oficina. Le doy a Jumi Rosa un sólido 4 sobre 5. No es un lugar de alta costura, pero cumple con creces cuando buscas una comida deliciosa y asequible. Si estás en la zona y quieres alegrar tu día con comida reconfortante, este es tu lugar. Personalmente, es mi pequeño oasis en medio del ajetreo laboral.

Me encanta desayunar en ésta Cafetería! Los camareros rápidos y super amables. El primer día pido un café caliente, leche sin lactosa, un cruasán y zumo de naranja. Cuando fui al día siguiente el joven me trae el desayuno y lo recordaba perfectamente, me ha sorprendido gratamente, me dijo que se llama Rubén. Excelente servicio!

La comida es muy rica a precios razonables, el servicio deja un poco que desear. Éramos cuatro personas, dos niños y dos adultos. Nos trajeron sólo dos copas, dos tenedores y cuatro cuchillos. Nunca nos trajeron los cubiertos que faltaban (a pesar de haberlo pedido) y tuvimos que compartir los tenedores para que no se enfríe la comida. A pesar de eso, son simpáticos y volvería.