Leña Madrid

El restaurante brinda cualquier labor para que el cliente se sienta acogido. Cuidan el trato y miman al cliente para que esa una experiencia completa. Desde el momento en el que cruzas la puerta hasta que sales están a tu disposición para que la estancia sea lo más satisfactoria posible. El precio por persona es algo elevado, pero sin duda merece la pena. Los platos que te sirven están muy cuidados. Se puede apreciar a la vista que están llenos de sabor y notas que el paladar los va a disfrutar y degustar satisfactoriamente. Sin duda es un restaurante para repetir, eso si es ocasiones especiales o puntuales debido al elevado costo que esto supone.

Nos ha encantado la experiencia. Servicio de aparca coches, ropero, el restaurante es precioso y el servicio profesional. Además nos encantó todo lo que pedimos y la relación calidad-precio es muy aceptable. Sin duda, la burger y el postre estrella "Tarta di rose", son dos básicos que hay que probar. Volveremos en cuánto podamos a repetir. El bimi con salsa Romescu está muy rico también.

El ambiente y atención es de 10 desde el primer al último momento. De todo lo que pedimos destaco muy positivamente las mini hamburguesas (plato estrella) y el aguacate como entrante tiene un sabor único. Se me queda un poco por debajo el pincho meatballs que me dejó un poquito indiferente. Las croquetas están buenas pero tampoco serían las mejores que he probado. En general, una gran experiencia que nos gustó mucho. Recomendable aunque debes saber cuánto vas a pagar.

Hemos estado en una celebración en Leña Madrid, y simplemente es ESPECTACULAR, no entiendo esas reseñas que dicen que si es caro para la calidad.... Madre mía, la hamburguesa con la que empezó todo, es simplemente insuperable, las Croquetas brutales.... Y la mantequilla para entrante, cielo santo la mantequilla, lo mejor que he probado, la carne de primera, corte fácil, bien hecha al punto que se pidió, la tarta de manzana algo superior, así que habiendo comido en muchos sitios y lugares de mayor o menor postín, Leña Madrid, se paga por lo que comes, por el servicio que son súper amables, y por el lugar que es ideal. Gracias Dani García y su equipo por entender que el concepto de la alta cocina también tiene cabida algo que es una "HAMBURGUESA", es que ha sido una experiencia maravillosa, así que aquellos que digan que es caro, que se lo hagan mirar. Gracias a Carlos, que nos ha atendido con una profesionalidad como se requiere en un lugar como este. Sitio MUY MUY RECOMENDABLE

Fuimos 7 amigos a comer y nos sentaron en una especie de salón que tienen para grupos algo más íntimo con un par de mesas más. La atención por parte del camarero fue estupenda. De entrantes pedimos los aguacates a la brasa que estaban espectaculares, el mejor aguacate que he probado y los canelones de pollo. La hamburguesa que le dio sentido a todo es de obligación pedirla, la salsa que lleva está buenísima junto con la carne y el pan. De carnes pedimos el tomahawk de ternera que me pareció muy básico el sabor y el lomo de wagyu que era como comer mantequilla de lo tierno que estaba, el sabor muy top junto con la salsa que lleva. De postres pedimos la tarta di rose (hay que avisarlo al principio de que la vas a querer ya que hacen pocas al día y tardan en prepararlo) que es una especie de bollo muy dulce y caliente súper bueno. El flan que quiso ser tocino es una especie de crema de lima fresquita con trozos de galleta. El soufflé de avellanas no me pareció reseñable. En total salimos a unos 63€ p.p. En general se come muy bien pero me quedé con ganas de que la carne tuviese un mejor sabor, que es por lo que es conocido el restaurante.

El sitio está muy bien decorado, poca luz, mesas separadas, muy íntimo. La comida esperábamos algo más, la carne a su punto muy rica, la albóndigas de pato sin más, la berenjena es exquisita, la crema de cebolla con trufa no sabía nada a trufa, los espárragos muy ricos y el postre espectacular aunque le faltaba un punto. En cuanto al servicio agradable pero correcto, nada más sentarnos nos dieron la carta y nos preguntaron que queríamos beber, si nos hubieran dado algo de tiempo hubiéramos visto los maravillosos cócteles; cuando se nos acabaron las bebidas, tuvimos que llamarles para preguntarles por los vino ( el sommelier nos ayudó bastante).

Brunch de 45€ por persona. Exquisito, todo muy rico. Cantidades abundantes, nos sobró, tuvimos que pedir un tupper. Lo único que no nos gustó es que tuvimos que pedir la cuenta 4 veces, luego al salir y ver a la de recepción dedujimos que era porque se juntan el cambio de turno de mesas y ella sola saca las cuentas de todas las mesas que tienen que salir a la misma hora y atender a toda la gente que llega para el siguiente turno además de hacer de guarda ropa.

Fui a probar su opción de brunch y tengo sentimientos encontrados, porque pese a que el servicio y el ambiente son de 10, la comida me decepcionó un poco. Para empezar te dan la opción de elegir entre zumo de naranja y detox, y el segundo está buenísimo, repetiría sin dudarlo. Como entrantes trajeron a la vez el aguacate de Málaga a la brasa, el cual viene con salpicón vegetal con feta y un pesto con mucho sabor a cilantro (estaba rico, pero te tiene que gustar mucho el cilantro), y el foie para untar con ajetes asados, acompañado de unas rebanadas tostadas de pan. Este plato me gustó menos, el pan estaba un poco duro y el foie no tenía nada a destacar, al igual que los ajetes, por lo que no es un plato que repetiría. Como último entrante tenemos el pretzel de ternera ahumada con pepinillo, cebolla encurtida y salsa tártara, y sinceramente lo que más me gustó fue el pan. Esperaba mucho más de la carne y la salsa no me terminó de gustar, pero estaba correcto (solo que no repetiría). Como principal me decanté por la hamburguesa, la cual consta de carne picada madurada (he de decir que el punto lo clavaron), queso havarti y salsa bull, servida en un pan de pretzel y acompañada de patatas fritas. Las patatas estaban riquísimas, crujientes por fuera y blanditas por dentro, además de aromatizadas con hierbas. La hamburguesa en cambio no me convenció, la salsa no estaba como en otras ocasiones (me resultó más pesada y con menos sabor) y la carne se desmoronaba en cada bocado. También creo que es un queso demasiado suave para una hamburguesa con tan pocos ingredientes, pero eso ya es más personal. El pan en cambio sí que me gustó mucho, al igual que el del pretzel anterior. Para acabar sirven un trocito de tarta di rose (un brioche ligeramente dulce) acompañada de crema inglesa con vainilla. La crema inglesa me encantó, el brioche un poco menos (prefiero un postre más dulce, pero estaba rico, sobre todo la parte exterior que estaba más crujiente). Resumiendo, la comida está bien pero no fue lo ‘espectacular’ que yo me esperaba de un sitio así (tenía muchas expectativas con la carne que no se cumplieron), pero el servicio y el ambiente son increíbles. Personalmente no repetiría el brunch, pero quizá vuelva en un futuro a probar algo de la carta.