El hotel está en muy buenísima ubicación, pero en temporada alta lo de aparcar fue misión imposible, tres parking privados alrededor y los tres llenos, sin convenio con el hotel y carísimos.
La comida bien, no destacaba por variedad pero aceptable y buena calidad.
La habitación, pagamos un poco más por tener vistas al mar y acertamos ya que la parte de detrás eran unos edificios ruinosos y ruidosos. Limpieza justa, no estaba impecable pero bueno hay reseñas que lo encontraron peor. Y ahora lo bueno... el baño muy enano y con un intento cutre de modernidad, las zonas comunes llenas de roña y con una moqueta completamente machacada. Los ascensores daban miedo de viejos.
Aceptan perros, las habitaciones son insonorizar os podéis imaginar el resto, tuvimos que aguantar ladridos hasta las 02:00 de la mañana y los gritos de los dueños para hacerlos callar.
La piscina estaba en el ático, un sitio precioso. La atención del personal fantástica.
En la terraza del hotel se encuentra el sky bar un sitio maravilloso para pasar un momentos únicos. Buena atención muy ricos platos para picar. Y bebidas deliciosas como los cócteles que están geniales.
No he estado alojado en el hotel, sólo he tomado copas en la terraza de la azotea. Un sitio muy recomendable por sus vistas, su piscina, la calidad de las copas y su buen servicio. Algunos días hay música en directo. Como puntos "negativos", el acceso es difícil porque los ascensores son escasos y antiguos y las vistas se ocultan bastante de noche porque las mamparas se empañan.
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