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En una ciudad como Barcelona, parece imposible poder ir en familia, sin planificar, un sábado por la tarde, a un buen restaurante sin reservar, pero hay lugares como Déjà Burg que facilitan disfrutar la velada con atención y cariño adaptándose a todas las edades, incluidos niños de 8 años, con paciencia e inteligencia. El grupo que gestiona el local y su cocina son atentos, dan ganas de recomendar y repetir. De acuerdo, la comida no tiene grandes complejidades, pero la actividad de ir a comer necesita de sitios que te hagan sentir mejor cuando sales que cuando entraste. Eso se llama servicio del bueno, y enorgullece encontrar sitios así.
Por fin, una hamburguesería donde lo importante es la calidad del producto, y no publicidad de “influencers” que, ha cambio de no se que, alaban cualquier cuchitril. Aquí se comen hamburguesas de las buenas, con ingredientes que saben a lo que tiene que saber, sin salsas diseñadas para disfrazar sabores indeseados. No solo las hamburguesas destacan, también el staff sabe recibir al cliente, y le hace sentir bienvenido. A este es, sin duda, un local al que volveré.
Relación calidad-precio super correcta. Personal muy atento y amable. La hamburguesa de ceps muy top y la salsa espectacular; los huevos rotos de foie nos han encantado. Hemos encontrado este local de casualidad y ha sido un acierto. Volveremos seguro :D