Terrat

Si tenemos en cuenta que, no es un restaurante propiamente dicho, sino el aprovechamiento de unas mesas en la terraza donde hay una piscina para niños y unas hamacas para tomar el sol la cosa puede pintar mal. Añadimos que el precio, teniendo en cuenta la dificultad de las preparaciones, la materia prima y aspectos como copas y vasos de plástico (recordemos que estamos al lado de una minipiscina), es muy superior a lo que se ofrece culinariamente. Y concluimos que como atracción turística, lugar para pasar el rato y picar algo, impresionar a amigos, conocidos y demás cumple holgadamente y con mucha nota. Culinariamente el Ceviche no es lo mío y detesto la fusión con cocina japonesa. Por este motivo no puedo ser un buen juez de algo en lo que mi sesgo es tan acusado. Respecto a otras preparaciones que se ofrecen en Barcelona de “mako fushion” por ejemplo sobraba mahonesa y el arroz estaba bastante por debajo de la media. En lo positivo el picante le daba un “toque” o quizás disimulaba otros defectos. El Ceviche Nikkei me pareció muy superior al tradicional, pero no tengo puntos de referencia. Mis acompañantes se quejaron de cierta escasez en la ración, pero a mi hasta se me hizo excesivo. En definitiva por 38 euros el menú de mediodía + el vino que compartimos entre cuatro diré que me pareció una cantidad honesta por algo para picar, original, diferente y en un entorno agradable, con un servicio más que correcto. Por una vez, el sitio, sin ser nada del otro mundo, la azotea del Mandarin Oriental, me gustó casi más que lo que comí. Supongo que en lo 38 euros hay un “cover” importante que incluye el alquiler del espacio en la azotea del Passeig de Graciá y desde esa óptica la experiencia tiene muchísimo sentido. Si tenemos en cuenta la zona no es difícil comer un par de bocadillos unas cervezas y un café y pagar más en un local sin el más mínimo encanto bajo una sombrilla a pie de calle.