Casa Boveda

Se come muy bien tienen una carta variada y el personal es muy atento y profesional. Nos gustó todo a excepción de las navajas que estaban duras. Para los niños tienen milanesa de ternera o huevos fritos con papas si no les gusta el pescado. Los precios son algo elevados, en concreto la milanesa 15€ y dos huevos fritos 10€, el resto, al ser marisco y pescado más o menos como en todos sitios. El rape a la gallega está buenísimo.

Impresionante...!!! Empezando por el restaurante muy acogedor y que decir de la atención...!!! Inmejorable el trato, muy atentos pero sin agobiar. Y ya si hablamos de los camarones, vieiras, almejas, pulpo y zamburiñas no hay palabras...!!! Incluso las cañas con crema del postre de muerte..Caro?? Sí, pero totalmente recomendable sin duda...!!! Tanto el sitio como lo que te comerás merece muuuucho la pena...!!!

Zamburiñas increíbles, arroz con berberechos y rape muy rico y abundante, y de postre mascarpone con fresas. El arroz, a pesar de estar muy rico y ser abundante, me ha parecido caro. No así las zamburiñas (8 unidades), cuyo precio me ha parecido más razonable. No pongo la quinta estrella por el precio de los platos.

Un autentico placer visitar este sitio. Un establecimiento familiar traspasado de padres a hijos y eso se nota. Un espectáculo de sitio, volveremos sin duda alguna

Porque no hay más estrellas, pero le daría el doble. Hemos comido en muchos sitios bien, en otros muy bien pero en Casa Bóveda ha sido una experiencia culinaria excepcional. Los precios no son bajos pero lo que se ofrece es de una hechura, una presentación y una calidad espectaculares. En nuestro caso fueron zamburiñas, almejas babosas (exclusivas de Carril), navajas, tarta de la abuela y vino ribeiro. Todo acompañado de pan gallego inmejorable. Las salsas que acompañaban todas distintas y de un sabor inenarrable (imagínense eso con el pan, una perdición), en concreto la salsa de las almejas parecía más una crema de marisco por color, textura y sabor que una simple salsa. Los crustáceos cocinados al punto perfecto, tiernos y se despegaban solos de las cáscaras. Concretamente, las zamburiñas increíbles en todos los sentidos y con una salsa de perejil triturado hasta convertirlo en un polvillo finísimo. El vino, de la casa, riquísimo y perfecto para acompañar y con una leyenda en la etiqueta que le honra ("Bonum vinum laetificitat cor hominis"). A falta de un postre de mascarpone con fresas (queda pendiente para otra ocasión), pedimos tarta de la abuela (porque sabemos que en cada sitio es distinta, como las tortillas). El sabor inimaginable, dulce pero no empalagoso ni pesado, con un punto de ¿avellana? muy discreto pero sabroso y todo con un punto cremoso y equilibrado y muy digestivo. Como colofón café con leche riquísimo y a la temperatura perfecta para no escaldarte (error muy común en restauración), acompañado de una cestita con azúcares (blanco y moreno), sacarina y hasta ramas de canela para los amantes de los sabores exóticos.Todo presentado en sobrecitos individuales.Para rematar chupitos de licor de ¡flan de caramelo! (el billete directo al paraíso). El local está situado en un entorno estupendo, en el mismo puerto de Carril y en la zona pesquera antigua del pueblo. Tiene tres mesas grandes y tres pequeñas, es decir, no es un local grande pero eso creo que garantiza una atención inmediata y una calidad y atención excepcionales. Todo muy limpio, elegante y acojedor, cómodo y espacioso. Hay espacio suficiente para el paso de los camareros y para degustar cómodamente los productos de una cocina inmejorable. El trato y la atención no desmerecen en absoluto al resto de aspectos. Concretamente Horacio (el camarero de nuestra mesa) es un profesional de los que no abundan. Correcto, educado, amable, simpático, atento, muy pendiente de los comensales pero sin resultar agobiante en absoluto, muy detallista y agradecido a los parabienes recibidos. Sin duda un lugar para recomendar, disfrutar de una experiencia gastronómica sin parangón y la disculpa perfecta para regresar todas las ocasiones posibles a probar sus carnes, pescados y arroces que sin duda serán (no me cabe duda) un deleite para el paladar de los más exigentes.