Cal Fusté

Sitio recomendado para disfrutar de una gran comida de calidad, con un ambiente y atención inmejorable. En cuanto al local, un restaurante grande con mucha clase. Este restaurante era una antigua casa señorial donde podemos ver frescos preciosos "del Viguetà". Fue un placer visual mientras comíamos. En cuanto al servicio, un servicio excelente que te hace sentir en un restaurante de lujo. También hay que remarcar que las personas que trabajan aquí son amables, divertidas y realmente educadas. Fue un placer comer ahí. En cuanto a la comida; espectacular. Para iniciar nuestra comida probamos las ostras (muy buenas y buena presentación) y el tartar de salmón (recomendado al 100%, solo os digo, que tuvimos que pedir otro de lo bueno que estaba). Ya como plato principal, pedimos pato, meloso, cochinillo y una carne fuera de carta. El pato y la carne fuera de carta eran de 10. El meloso le daría el 9,5 y el cochinillo un 8,5 (estaba buenísimo, no os confundais, pero es que los otros platos estaban a otro nivel). Para finalizar, pedimos un coulant (exquisito) y una mousse de frutos rojos (buenismoooo).

Hemos ido a comer 4 personas y la verdad es que ha sido espectacular lo que hemos podido comer, degustar, paladear...no tengo palabras!!!!! Está en el top 10 de todos los restaurantes que he ido. Sus platos son una explosión de texturas, de sabores...tienes que cerrar los ojos y que los sabores recorran tu boca. Digno de estrella MICHELIN. El personal de 10!!!!! Te explican la carta para que puedas escoger lo que más se adapte a tus gustos. Solo digo "difícil decisión" TODO ESTÁ ESPECTACULAR

Fuimos de casualidad ya que veníamos de ruta. Nos dio apuro en un primer momento al ser un restaurante elegante y nuestra vestimenta muy montañera...pero no importó porque nos trataron genial, con simpatía , profesionalidad y amabilidad explicándonos toda la carta y aconsejándonos en la excelente comida de calidad que ofertan. Probablemente no tarde en volver a probar platos que me quedaron pendientes!

Toda una experiencia, desde el primer plato hasta el postre. Pedimos un entrante, el arroz negro con calamares y gambas rojas y tres postres, y he de decir que absolutamente todo estaba increíble. Lo más importante fue el trato recibido: la profesionalidad, simpatía, experiencia, te muestran productos, te asesoran... ¡Inmejorable!

Desde el minuto uno magnífico trato. El dueño Nico se preocupa por que sus comensales disfruten de la comida. No es nada arrogante como había leído por ahí. Al revés una gran persona, generoso al explicar todos los platos de la carta y compartir la forma de elaboración, para saber lo que vas a comer. Rafa el camarero un chico muy simpático y entendido de vinos 100%. La comida es de muy buena calidad. Un placer para los sentidos Volveremos sin duda.