La Tasquita

Lugar de referencia en Valladolid. Uno de los bares de tapas que mas nos gusta y donde nunca defrauda la elección que hagas. Pidas lo que pidas es un acierto, pero lo que nunca falta ni falla es el tartar de solomillo a la pimienta. Todas las tapas están de 10… El trato siempre es bastante bueno y el ambiente casi siempre hasta arriba. Da gusto entrar aquí siempre.👏🤤👍

Desde el covid, cambiaron el servicio. En mi opinión, con mucho acierto: pusieron todas las mesas altas y el camarero va sentando a la gente. Mucho más cómodo tanto para ellos como para el cliente. Mi familia y yo vamos desde siempre a tapear, y nunca faltan en nuestra mesa sus tapas de gambas (las mejores de todo Valladolid) y los montaditos de solomillo. Para nosotros siempre seguirá siendo lugar de encuentro en familia, ¡seguid igual! 😊

Lugar increiblemente bueno, quiero destacar, sobre todo, la profesionalidad de los camareros, como se mueven, como te atienden, como te informan. Esos son camareros profesionales y no los chiquilicuatres que se encuentra uno por ahí. Las tosta, los pinchos, los bocaditos, toda una experiencia maravillosa. La gente hace cola para entrar, pero corre el turno que da gusto.

No conocíamos la zona, y nos pareció aparentemente que este restaurante era el mejor. No nos equivocamos, la comida es espectacular. Pedimos solomillo al roquefort, patatas revolconas, una tosta de jamón ibérico y tartar de solomillo a la pimienta negra, a cada cual más rico la verdad. Lo mejor fue Ismael, el camarero que fue encantador con nosotros, siempre con una sonrisa y nos aconsejó sobre el mejor vino y las mejores tapas. Cabe destacar que la comida no tardó nada en venir y esperamos cola solo 10 minutos. Mil gracias por la atención y por la comida tan exquisita, volveremos.

Raciones generosas a precios contenidos. A destacar la tostada de jamón ibérico, la cual estaba espectacular, y la ración de patatas revolconas. El revuelto tasquita estaba bueno pero le faltaba algo, no tenía nada de especial. Se hace mucha cola para entrar a este sitio y es algo que nos sorprendió. Es de agradecer la atención del camarero Isma, muy profesional y atento con todo.

Llevaba tiempo queriendo ir y por fin lo conseguí. Cada vez que iba a probar para cenar alli un fin de semana, había una cola enorme, pero los domingos a la hora de comer se puede ir sin problemas. Pedimos para compartir una ración de calamares, una de patatas revolconas y dos montaditos de solomillo (roquefort y con pimientos). También una sangría casera muy fresquita para acompañar. Todo estaba muy bueno y el servicio ha sido rápido. Además es bastante económico.