Una casa de pueblo tradicional reconvertida en un restaurante que da una comida casera de la de siempre pero de una calidad excepcional (sobre todo los tomates de su huerto 🤤🤤🤤).
Trato muy bueno y precio correcto.
Local singular enclavado en un antiguo despacho o tienda de pueblo, en cuyas estancias, se ha establecido un restaurante con encanto que mira a un rústico patio, decorado en madera, piedra y estufa. El servicio familiar para el menú cerrado y casero de unos pocos platos, vinos y postres. Está en el alambre del punto 4, porque los precios son elevados (para dos personas puede superar los 50 €) para su sencilla cocina; lo compensa lo excelente de su elaboración y la experiencia general. Pimientos rellenos, albóndigas, pastel de chocolate y tarta de queso, entre otros, son sus credenciales. En fechas señaladas, imprescindible reservar.
Excelente. Comida buenísima, atención y servicio perfectos y ambiente y espacio super tranquilos y acogedores. Las tartas... una pasada. En definitiva ¡¡¡una comida maravillosa!!!
Espacio acogedor. Gran servicio y profesionalidad por parte de los dueños. He cenado varias veces y con grupos y siempre fue un éxito. Todo muy sabroso; los pimientos rellenos exquisitos. Una gran familia la que lleva el negocio. Felicitaciones por vuestro trabajo.
Nos atrevemos a decir que ha sido el restaurante más original y bonito en el que hemos estado. Si a ésto le sumas que la comida es exquisita (y se nota que está hecha con cariño) y el trato maravilloso, hacen que la experiencia sea para repetir y recomendar. Por lo que nos contaron los propietarios, era la tienda del pueblo hasta que con la pandemia tuvieron que reinventarse y manteniendo la estética de la misma, ampliaron el restaurante para contar con más mesas y ésto hace que el salón interior sea más un museo en el que perder la vista y quedarte con cada pequeño detalle. Cuentan con varias colecciones de artículos antiguos. De verdad, no os vayáis de Urueña sin comer aquí. Se respira tranquilidad y familiaridad.
Leticia García Velasco
+5
Local sencillo, agradable, hogareño y que sorprende gratamente.
Está dentro de un patio y tienen mesas de interior y exterior.
El menú está muy bien de precio y excelentemente preparado y servido.
La amabilidad de los trabajadores termina de rematar la buena jugada, junto con su decoración nostálgica.
Bonito restaurante, sobretodo el patio que cuando hace bueno es un sitio muy agradable para comer.
La carta no es muy extensa pero lo que hay tiene calidad y está muy bueno con unos precios contenidos en comparación con otros sitios.
El chico que nos atendió muy atento y amable.
Como sugerencia no estaría mal poner un barril o mesita en la calle para los que fumamos.
El lugar por si mismo, es encantador. Atención fenomenal, destaca por ser tranquilo y de buen gusto, rodeado de libros y detalles fantásticos. La carta es interesante y la ensalada de bacalao y naranja estaba fenomenal. Los postres tienen muy buen gusto. Probé el de chocolate y avellana y me encanto.
Restaurante acogedor con un patio agradable y bien cuidado. El servicio rápido y atento. La carta poco variada, pero muy rica. Los postres caseros, espectaculares. Todo muy limpio. Los baños también muy bien cuidados. Todo el personal respetando el uso de mascarilla. Un sitio para repetir.
Comida 100% casera con ingredientes gourmer. Un entorno idílico y un trato excelente.
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