Restaurante Lavellaneda

Un sitio acogedor perfecto para comer bien y sin mucha demora entre semana. La cocina es espléndida, sin grandes pretensiones porque son platos muy caseros pero con un menú siempre impecable, en cuanto a opciones y variedad. La calidad me parece estupenda para el precio del menú, y lo que casi es igual de importante: el trato y la profesionalidad de la camarera te dejan un buen sabor de boca al final de la comida. Se nota el esfuerzo por agradar al cliente. Y no solo eso, son generosas y cada vez se intentan superar mejorando la oferta de menús variados.

El trato fue exquisito. Nada mas llegar y sin pedirlo te ponen una jarra de agua fresquita ( el día era caluroso, así que me encantó el detalle) estaban pendientes de reponer el agua constantemente independientemente de que hubiéramos pedido otras bebidas a parte. La comida bastante bien (alguna cosa mejorable, pero en general rico), la cantidad generosa, increíblemente rápidos en traer cada plato. Todas las camareras muy amables y atentas siempre sonriendo. El local pequeñíto pero limpio y acogedor.