Río Grande Sevilla

Lugar precioso y con unas vistas fabulosas a la torre del Oro y a Sevilla al otro lado del Guadalquivir. La comida que pedimos estaba muy buena, quizas un poco escasas las raciones. Los camareros muy atentos y agradables. Después nos bajamos a la terraza de abajo para tomar una copa, y se está muy agusto a la rivera del río. Es un sitio de moda con un encanto especial.

Cenamos en la parte del Balcón de Río Grande. Sitio super bonito y camareros atentos y profesionales. Las mesas estaban algo juntas entre sí. La comida estaba muy buena, lo que si algo escasas las raciones, para mi gusto merecía la pena por lo bonito que es el sitio. Lo que mas nos gusto fue: las patatas aliñadas, la tostadita de steak tratar (aunque era bastante pequeña), las berenjenas fritas con miel, los chocos y el solomillo al whisky. La tarta de queso para el postre estaba espectacular. Me gustaron mucho las vistas y me quede con ganas de probar los arroces que tenían muy buena pinta, volveré!!

Restaurante con preciosas vistas al río Guadalquivir en pleno barrio de Triana. Los platos que hemos pedido estaban muy bien de sabor, particularmente el arroz negro. El servicio muy atento estando en la terraza exterior nos consiguieron sombrilla rápidamente para taparnos del sol (estábamos a 36° en Octubre). Solo cambiaría el tamaño de algunos platos, que son algo escasos. Por lo demás la experiencia ha estado muy bien!

Río Grande tiene unas vistas espectaculares, teniendo el placer de disfrutar tu comida en frente de la Torre del Oro. La comida es de gran calidad, la pluma ibérica estaba muy buena, así como el tartar de atún. De entrante comimos unos buñuelos de queso manchego que eran una explosión de sabor en la boca. Pero sin duda, el 10 es para la tarta de queso. Lugar muy recomendable con precios acorde a la calidad de los productos.

Me parece un sitio fuera de serie. Calidad precio de lo mejor que puedes encontrar en esa orilla del Río y con esas vistas tan espectaculares. La decoración y el ambiente del local invitan a tomarse la cosa con calma y disfrutar de la experiencia. Los precios, para la exquisita calidad del producto, son más que aceptables. Imprescindibles: ensaladilla clásica, ostras (que aunque pequeñas, espectaculares de sabor) y la tarta de queso como cierre. El servicio levemente mejorable, ya que a pesar de contar con un gran número de camareros, a veces nos sentimos algo desatendidos.