Magnolia Bar Santander

Es un restaurante con personalidad y que nunca falla. Van cambiando la carta en función de la temporada del año o simplemente por introducir platos nuevos. Tiene mini huertas propias. Recomiendo sin duda las albóndigas ibéricas a la carbonara. Buenísimas! El servicio atento, amable y rápido. Sitio muy tranquilo, mesas bastante separadas por lo que llega un momento que te abstraes del resto de comensales.

Acudimos por recomendación de Estela R*****, conocida cliente habitual de este local. El restaurante es bonito y agradable y el personal es amable, pero tardan muchísimo en tomar nota y entre plato y plato; estamos allí cerca de dos horas y media. De primero tomamos una rica burrata con tomate y tostas aztecas, sabrosísimas y espectaculares. De segundo rosbif, que está correcto, y un poco habitual ravioli de jabalí, finísimo y también sabroso, nada pesado. De postre, tarta Tatin con crema a la que solo le faltó haber sido un poco más grande 😋

Cena para dos. La decoración muy bonita y cuidada. Hay tres pisos: en la planta baja el bar con algunas mesas y dos plantas más, sólo comedores muy acogedores y bien puestos. La camarera que nos atendió fantástica. Muy atenta, agradable y explicando cada pregunta que le hacíamos. La comida también a muy buen nivel. Tostada azteca para compartir, rica, crujiente, mucho sabor y ligeramente picante. Como platos, roastbeef de ternera con salsa Cumberland y mayonesa de mostaza, templado, suave y muy sabroso, muy bien acompañado por las salsas y patatas, y Tataki de ternera estilo mediterráneo en el que se usa buen producto y muy bien marinado, con salsa aparte y patatas panaderas. Todo delicioso. De postres, tarta de queso (muy suave y poco cuajada) y mousse de Nutella. Ambos muy buenos. El precio me pareció razonable, sobre todo teniendo en cuenta la calidad de los productos, la atención y la ambientación. Muy recomendable.

Valor seguro. De lo mejor de Santander. En la mítica calle de Tetuán, está este encantador restaurante donde está todo cuidado con mimo, desde la decoración hasta lo más importante, la comida. Todo se puede describir con una palabra, delicioso. El carpaccio de espectáculo, los calamares súper ricos, el tataki un absoluto si. Los postres están muy buenos, en esta ocasión nos decantamos por la tarta de queso, aunque el postre de nutella está de escándalo. El personal es encantador, teníamos bastantes problemas y dudas con las intolerancias, y estuvieron súper pendientes y colaboradores. Desde luego que repetiremos, como ya venimos haciendo desde hace tiempo.

Sitio muy especial El restaurante tiene una decoración muy acogedora, es un lugar apartado y tranquilo que te permite tener una velada muy plácida para compartir con tu pareja o amigos en un lugar calmado y alejado de ruidos. La carta de vinos presenta una muy amplia variedad y oferta Por otro lado, la carta de comida ofrece tanto entrantes para compartir como sección de carne y pescada con unos platos de gran calidad y un precio adecuado. Ha sido un completo descubrimiento para mí este restaurante y por la calidad, precio, ambiente y trato del personal es muy muy recomendable y volveré sin dudarlo