Restaurante Japonés Kyoto

Antes que nada, nos alegramos infinito de encontrar aqui a Carlos, que nos atendió durante años en otro restaurante siempre de forma impecable. Respecto a la comida, fuimos en jueves para probar el ramen de aquí, y la verdad es que nos gustó. Tienen dos tamaños, y aunque el pequeño lo vemos escaso, el grande tiene una cantidad normal, suficiente para una persona acompañandolo con algo. El okonomiyaki nos pareció muy bueno. La tempura estupenda. Ahora vienen los peros. La iluminación del local es muy fría, te deja un poco aturdido, no es nada acogedora. El servicio (exceptuando a Carlos) deja bastante que desear, tardaron mucho en servirnos, ademas de pisarse unos a otros preguntando si nos habian tomado ya la comanda o no. Y luego los precios. Si bien el ramen grande tiene un precio justo de 13€ aprox, la tempura por 17€ es un robo, y el brownie minúsculo por 6€, lo mismo. Los rollos de sushi también nos parecieron caros, ya que el precio estándar de 13,50 el rollo de 8 piezas, aqui en la mayoría de los casos era para 4 piezas. En definitiva, volveremos por el ramen y por el okonomiyaki, y tal vez probemos otro entrante.

Con creces tienen el mejor tartar de salmón que he probado jamás. El sitio me ha gustado muchísimo. Fui entre semana por lo que el sitio estaba poco concurrido y la experiencia fue inmejorable. Muy atentos todos los camareros, muy respetuosos con el orden a la hora de traer los platos. Los platos todos deliciosos y muy bien presentados. La experiencia ha sido fantástica, sin dudas es un sitio que volveré a visitar.

En general, es un restaurante maravilloso. Pedimos demasiada comida para ser dos. El tartar de atún estaba buenísimo (le añadimos los complementos de huevo y aguacate). El okonomiyaki (se nos pasó hacerle fotos) también estaba bueno, aunque desde mi punto de vista tenía demasiada salsa por encima. El sushi moriwase tenía mucha calidad en sus ingredientes, y la proporción entre arroz y pescado era perfecta. Mi acompañante se pidió el temaki pasión, y la mezcla de sabores era espectacular, al igual que los pasión maki, que tenían unos ingredientes similares (estos makis eran excesivamente grandes, no cabían bien en la boca). También comimos los Aburiyaki, unos nigiri con salmón asado, que tenían una textura increíble, aunque el sabor, personalmente, no me pareció nada del otro mundo. De postre compartimos un dorayaki con salsa de cacahuete, buenísimo, sobretodo la salsa. Una cosa que no nos encantó fue la actitud que nos transmitió el hombre que nos recibió (parecía ser el maitre), pero el resto del personal, y sobretodo las camareras fueron encantadoras.