Es un restaurante pequeño, rústico y con encanto. El trato es excelente. No hay carta, lo platos varían según el día ya que dependen de los productos que encuentran ese día. Las presentaciones son buenas y los platos muy sabrosos, mi único pero fue el precio de 1 plato... La ensalada de olivas con queso de cabra en lonchas... 13e. El resto muy acorde al producto y calidad. No pude probar los postres pero pintaban muy bien. Lo recomiendo sobretodo si quieres sorprender a alguien.
Excelente restaurante. Es muy pequeño, únicamente entran 10 personas por eso conviene reservar. Productos frescos de la zona mezclados con una cocina sana y a la vez elaborada. La dueña muy agradable y servicial.
Un restaurante de cocina se mercado autentico: por sus platos y por Carmen, su sueña y alma del lugar. Solo tienen 5 mesas así que aconsejo reservar. La carta varia según la temporada y los productos que hay ese día en el mercado. Aconsejo dejaros recomendar por Carmen porque lo explica todo al detalle y en vinos también tiene muy buen ojo. A la hora del café te lo acompaña de bombones. Es un lugar especial y delicioso.
Aristides Curbelo Hernandez
+5
Un restaurante con un encanto especial, muy pequeñito, solo 5 mesas, es muy recomendable si quieren ir reservar un día antes como mínimo, ya que suele estar casi siempre todo lleno.
La comida es exquisita, muy casera, no usan ni huevos, ni nata, ni leche para elaborar los platos, respetando muchísimo las intolerancias.
La magia de la comida es que cada día van a comprar al mercado los ingredientes frescos y elaboran los platos en base a la compra, no tienen carta, por lo que cada visita es una experiencia única.
Mención a parte el trato por parte de la dueña, un encanto de mujer que cuida hasta el más mínimo detalle, con especial dedicación en la limpieza y desinfección de mesa, cubiertos y todo lo que nos sirvió, incluidos los vasos y las botellas.
A tener en cuenta que no trabajan con tarjeta de crédito, solo efectivo.
Si estas en La Palma es una visita obligada.
Restaurante familiar con mucho encanto. El trato de Carmen es auténtico, te explica cada plato al detalle con su amor y su peculiaridad. Todo muy natural y productos de muy buena calidad. No tienen una carta al uso porque van cambiando los platos. Ha sido una experiencia porque desde que hemos entrado hemos interactuado mucho. Nos ha encantado. El precio relación a la calidad muy coherente, pero no es un restaurante barato al uso y espero que no lo sea porque perdería la magia.
Lugar mágico si te dejas llevar. Carmen me pareció una excelente maestra de ceremonias que nos introdujo en unos platos bien cocinados con ingredientes de calidad. Divino risotto de calabaza, genial que cocinen las verduras al dente, pescados frescos del mercado y sabrosos postres.
Deseo volver algún día.
Un verdadero lujo a experimentar. Acogedor, saludable e increíblemente amables. Si te gusta comer sano en un lugar mágico, este es tu restaurante. Importantisimo concertar la reserva.
Salud y buen apetito.
Es muy difícil encontrar sitios así. Es la mejor atención al cliente que he tenido nunca en un restaurante. Carmen es encantadora y se encarga del mas mínimo detalle para que todo este perfecto. Temperatura, música, explicarte el menu que hay (no hay carta). La comida es excepcional, muy sana, raciones abundantes. Ceviche de atun como hacia tiempo que no lo comia. 100% recomendable
Marta Purriños Hernández
+5
Sin lugar a dudas, Carmen, la dueña de Enriclai, una casita modesta en mitad de la ciudad de Santa Cruz de la Palma, es la clave para que este negocio sea lo que es.
Un espacio que te hace sentir como en casa. Pues con tan solo cuatro mesitas, Carmen se encarga de que tu barriguita esté bien servida y contenta.
No es solo la comida, es la energía que se siente en ese local, con un concepto de slow food, dónde el producto local y de km0 cobran protagonismo, no existe mejor combinación que en una cocina donde lo tradicional, casero y algunos toques de innovación se entrelazan para explosionar en tu paladar.
Pd: Los postres son supremos, sobre todo el mousse de limón con toques de gofio. Y lo mejor que tienen muchas opciones sin gluten.
Espectacular en todos los sentidos. El trato es como estar en casa y que te conocen. Los platos todos riquísimos. Se portan de maravilla con la clientela y con un trato personalizado. Están en todo momento atentos y se adaptan a tus deseos. Saben aconsejar. Los postres brutales de ricos. La sopa de tomate con fresa es una pasada aunque no desmerece todo lo demás. Ojalá pueda volver en algún momento.
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