Farga St Gervasi

Me encanta esta cafetería de decoracion clásica y auténtica, el personal es muy amable, ambiente tranquilo, cómo pocos sitios quedan en esta ciudad, llena de cadenas impersonales , además tengo que decir que hace unos días he notado que tienen un jamón ibérico buenísimo, exquisito, hace tiempo no comía un bocadillo de ibérico tan bueno, felicidades a todo el personal de La Farga.

Tras la epidémica apertura de los cientos de espantosas cafeterías low cost, Farga sigue resistiendo al invasor y es uno de los ya escasos representante de la altura que alcanzó la pastelería catalana en los 80 y los 90. La de San Gervasio es tan clásica ( e imprescindible) como la torre Castañer, la Tamarita o la Rotonda para los que llevamos en el barrio cuatro o más generaciones. Personalmente agradezco su resistencia porque podrá tener una decoración ochentera o un croissant 7 sobre 10 un día de despiste del pastelero, pero el café es café de una marca no industrial masiva, el pan y las pastas no son pre-cocinadas y los pasteles son apetitosos y de alta calidad. Respecto al precio, pues obviamente no es barata pero los precios son los que corresponden a la zona y a la cuidada elaboración del producto. No estamos en San Andrés del Palomar ni son pasteles congelados industriales de Mercadona. Y se nota, pues los pasteles son deliciosos y estéticamente rozan la belleza. Que un día sale uno algo peor; puede pasar. La guinda del pastel la pone la espectacularmente atenta ( valga la redundancia )atención del personal que suple con creces cualquier error logístico, culinario o estético que allí te suceda. Violeta, Luis, Rosa y todos los que allí trabajan nos atienden con una envidiable e incansable profesionalidad ( los clientes podemos ser muy exigentes) y nos hacen sentir no como clientes, sino como familia. No he visto en mucho tiempo un trato igual de cálido, especialmente con los mayores, que son mayoría en el barrio. Así que con sus fallos, sus aciertos y sus errores espero que Farga siga abierta por muchos años más y que la puedan disfrutar nuestros hijos y nietos que merecen la misma calidad artesanal y reconfortante que nosotros allí disfrutamos desde hace muchas décadas.