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Reseñas Recientes
Magnifico restaurante, con platos excepcionales caseros y unos postres deliciosos. Gran aparcamiento y una zona verde inmensa para disfrutar los rayos de sol. Fuera tiene mucho espacio para comer y dentro, en la planta baja, además de varias mesas, tiene un rinconcito, junto a una chimenea, que, sin duda, merecerá la pena para un día de otoño o invierno; además tiene un salón/comedor de la primera planta.
Un lugar tradicional, muy cuidado, con un personal atento y profesional. Cuentan con una zona ajardinada con columpios para niños y porterías. El tipo de cocina es tradicional asturiana, todas las veces que he ido han mantenido el nivel, les fabes y el pote son de casa, las carnes quedan suaves y los postres son para repetir. Mención especial a la tarta helada de turrón, que echa una mano para terminar con algo dulce sin empachar!
Buena experiencia en ésta casa de comidas, con un terreno precioso con terrazas una parcela para que los niños jueguen, comimos el menú asturiano, pote, sopa, arroz con calamares y de segundo escalopines en salsa la peral, cachopo de ternera y carrilleras, de postre una tarta de queso muy buena, la tarta helada de turrón y arroz con leche, el niño pidió un solomillo de ternera, estaba todo buenísimo, tienen carta también, totalmente recomendable.